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Carolina Piedras

  • revistapapalotl
  • 20 ene
  • 8 Min. de lectura
"Estudiar en la ENAH no solo me formo como etnohistoriadora, sino que también moldeó la manera en que entiendo y me relaciono con el mundo."

Carolina Piedras: Etnohistoriadora
Carolina Piedras: Etnohistoriadora

Mtra. Carolina Montserrat Piedras Camargo. Licenciada en Etnohistoria por la Escuela

Nacional de Antropología e Historia (ENAH), Maestra en Antropología, en la especialidad de Etnología, por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (IIA-UNAM). Máster Universitario en Historia e identidades en el mediterráneo occidental (siglos XV-XIX) por la Universidad de Alicante (UA), España. Sus trabajos académicos se han dirigido primordialmente al estudio de la llamada Religiosidad Popular: Peregrinaciones, Romerías y Turismo Religioso, así como la historia y devociones en Santuarios en el centro de México y ahora en la provincia de Alicante, en la llamada “Vega Baja del Segura”, al sur de la Comunidad Valenciana, España.


Mi labor profesional se ha centrado en el área de la investigación, por cuatro años fui asistente de investigación en la Dirección de Etnohistoria del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en los proyectos “La nobleza indígena colonial de Coyoacán, tres siglos de persistencia”, “Coyoacán y su jurisdicción en el mundo colonial. Población y sociedad” y en el Seminario de estudios sobre Coyoacán: Cultura y naturaleza, pasado y presente. Visión interdisciplinaria”. Así como docente en la ENAH del 2010 al 2018, impartiendo los cursos de “Historia de España” e “Historia Universal II”. Además, he organizado varios eventos académicos, publicado artículos en diferentes revistas de divulgación científica y me he presentado como ponente en varios congresos nacionales e internacionales. También en el 2011, trabajé en el sector privado, haciendo etnografías en diversas plazas públicas a lo largo de toda la República Mexicana para evidenciar las permanencias y cambios en las dinámicas sociales.


¿A qué te dedicas actualmente?

Hace seis años (2019) migré a una ciudad en el sur de España, Alicante, para seguir con mi formación académica y se me atravesó la pandemia, así que actualmente estoy en una etapa alejada del ámbito académico formal, pero mi formación en Etnohistoria sigue siendo una parte esencial de mi identidad.

Así que sigo explorando mis intereses por la Etnohistoria y en este momento estoy tomando cursos de extensión académica, en específico estoy formándome en Latín y Griego y en Historia del Arte. Además de un curso de redacción, que NUNCA sobra y ocasionalmente trabajo en proyectos sobre fiestas en el sur de España. También estoy en una etapa de mi vida en la que priorizo otros aspectos, como mi vida personal, pero siempre abierta a contribuir en proyectos significativos como este.


¿Qué significó para ti estudiar Etnohistoria en la ENAH? 

¡Todo! Estudiar Etnohistoria en la ENAH fue una experiencia transformadora en

muchos sentidos. En lo personal, significó el descubrimiento de una manera completamente nueva de mirar la realidad social, mi propia realidad, mi entorno y cómo todo esto construye nuestra historia y nuestra identidad. Además, fue un espacio donde encontré no solo conocimiento, además encontré personas que compartían mi pasión por los estudios histórico-antropológicos y algunas de esas personas hoy son mis mejores amigos, como el Dr. Juan Francisco Escobedo que además me brindó la oportunidad de impartir clases en la licenciatura en Etnohistoria y esa fue sin duda una de las experiencias más relevantes en mi vida. Poder regresar a las mismas aulas, pero esta vez como docente, fue un honor y un desafío que asumí con profundo respeto. Enseñar a nuevas generaciones de estudiantes me permitió no solo compartir lo que había aprendido, sino también seguir aprendiendo. La ENAH no solo formó mi visión del mundo, sino que también me dio la oportunidad de ser parte del desarrollo de otras personas que, como yo, encontraron en la Etnohistoria una manera de entender el mundo. En lo académico, la ENAH me brindó una formación rigurosa y crítica que me permitió entender las complejidades de las fuentes históricas y los procesos sociales, siempre con un enfoque interdisciplinario. Esta formación se convirtió en la base  para mis estudios posteriores y mis aportaciones en la docencia y la investigación.

Profesionalmente, fue el inicio de un camino que me llevó a trabajar en espacios tan enriquecedores como docente en la ENAH y como asistente de investigación en el Museo Nacional de Antropología, específicamente en la Dirección de Etnohistoria, en donde tuve la oportunidad de aplicar lo aprendido y, a la vez, seguir creciendo profesionalmente.

En resumen, estudiar en la ENAH no solo me formó como etnohistoriadora, sino que también moldeó la manera en que entiendo y me relacionó con el mundo.


¿Cómo dirías que influyó la Etnohistoria en tu vida laboral actual?

Considero que las personas que estudiamos cualquier carrera histórico-antropológica nos influye profundamente en nuestras vidas. La Etnohistoria influyó profundamente en mi vida laboral, incluso en esta etapa en la que estoy alejada del ámbito académico. Más allá del conocimiento técnico, me dió herramientas esenciales como el pensamiento crítico, la capacidad de analizar procesos complejos y la habilidad para comprender distintas perspectivas culturales. Estas competencias han sido invaluables en cualquier contexto en el que me he desempeñado.

Además, la disciplina me enseñó la importancia de cuestionar las narrativas predominantes y buscar las voces que suelen quedar fuera del discurso oficial. Esto ha moldeado mi forma de trabajar, comunicarme, y abordar problemas en cualquier ámbito. Aunque mi vida laboral actual no está directamente vinculada a la Etnohistoria, la manera en que entiendo y me relaciono con el mundo está profundamente influida por lo que aprendí estudiándola.


¿Cómo aplicas los estudios etnohistóricos a tus investigaciones actuales?

Considero que la Etnohistoria no es solo una disciplina académica o una herramienta laboral, sino un estilo de vida, un enfoque que puede aplicarse en el día a día. Me ha enseñado a mirar el mundo con una perspectiva crítica, a entender las raíces culturales y los procesos históricos que moldean nuestra realidad, por ejemplo ahora como migrante en un país en donde la migración es un impacto importante para la sociedad actualmente. Además de apreciar la riqueza de las diversas narrativas. Esta visión no se limita al ámbito profesional. En mi vida cotidiana, la Etnohistoria me ayuda a comprender las dinámicas sociales, a reflexionar sobre migración, política, religión, economía, sociedad, etc. Y a valorar la complejidad de las identidades culturales, tanto propias como ajenas.

Actualmente, no ejerzo la Etnohistoria de manera formal en un empleo o institución académica, considero que mi formación sigue siendo una parte fundamental de quien soy. La Etnohistoria no solo me dio herramientas para mi vida profesional, sino también una manera de analizar, reflexionar, criticar y entender el mundo. Porque la Etnohistoria es una forma de pensar y mirar el mundo que siempre está ahí.


¿Le cambiarías algo al programa de Etnohistoria?

Esta es una gran pregunta, porque en su momento fue un tema del que se habló entre mis compañeros de generación. Te cuento la historia, un compañero se preguntaba el porqué es obligatoria la asignatura de “Etnohistoria del Área Andina”, en su opinión esa asignatura bien podría haber sido una optativa, evidentemente sus intereses han estado en otros temas, entonces se planteaba como más significativo ver a fondo temas como Historia de la Iglesia o incluso lenguas como Latín y Griego, con mucha vergüenza confieso que en algún momento me sonó lógico. Hoy a la distancia y la experiencia me ha enseñado que sin intención de ser todólogos, el programa de la licenciatura en Etnohistoria en la ENAH, es muy sólido en cuanto a su enfoque interdisciplinario y su énfasis en la combinación de teoría, práctica e investigación de campo. ¿Qué siendo más exigentes podría estar más completo? Pues si, la verdad, pero lo que aprendemos nos da una visión general y podemos hablar y pensar la realidad histórico-social de una manera “Holística”, además de que el propio proceso de investigación, análisis y presentación de la o las investigaciones de cada alumno le enseñarán a profundizar en los temas de tu interés.

Es verdad que el programa podría tener “mejoras” sobre todo para el mejoramiento en las competencias del egresado y así fortalecer aún más su pertinencia y aplicación en el mundo actual, ¡por supuesto! Y más en la manera tan vertiginosa en la que están avanzando las tecnologías.


Qué pienso que podría ser útil:

1. Incorporación de temas contemporáneos, como género y diversidad y el impacto en el cambio climático, hace un mes vimos por la televisión lo que estos cambios pueden causar a una población, lo que pasó en Valencia ha tenido un impacto psicosocial muy profundo entre la población.

2. Actualización tecnológica a través de la integración de herramientas digitales, en mi caso en particular para mi investigación de Maestría necesité tecnologías como el SIG (Sistemas de Información geográfica) y de GPS (Sistema de Posicionamiento Global) para registrar en un mapa la movilidad de mis sujetos de estudio y todas las zonas por las que fueron pasando en sus peregrinaciones y/o romerías, primero me encontré con un problema de que son muy pocos los colegas que hacen este tipo de análisis y segundo que ahora estoy convencida de que este tipo de materiales enriquecerán cualquier tipo de investigación. Y obvio capacitar a personas en herramientas digitales como él: análisis de redes, edición digital de documentos históricos y la misma conservación digital, útiles tanto para la investigación como para la difusión del conocimiento. Y no dejemos atrás la discusión sobre la utilización de ChatGPT, si te soy sincera considero de suma importancia este tema, porque nos guste o no, puesto que nosotros estudiamos con otro tipo de herramientas, la utilización de esta pronto se estará dando sobre todo entre los alumnos y más vale regular para no caer en malas praxis. Es un tema delicado y largo de hablar.

3. Tener un enfoque global, en mi actitud de migrante considero de suma importancia las comparaciones internacionales cómo: incluir asignaturas optativas que explores estudios histórico-antropológicos con fenómenos actuales para demostrar su aplicabilidad más allá del contexto local. Además del énfasis en diásporas y migraciones contemporáneas, demostrar que los procesos muchas veces van más allá de contextos locales.

4. Diversidad metodológica con talleres de narración y comunicación para llegar a públicos no especializados y poner énfasis en la antropología visual y documental para el registro visual del conocimiento. Y por último y no por eso menos importante:

5. Mayor enfoque en la aplicabilidad laboral porque como bien sabemos, trabajar en el área de la docencia y la investigación cada vez se hace más complicado, la competencia y exigencia de curriculums más completos, complejos y especializados, han hecho las competencias para esos lugares algo cada vez más exigente. Así que podemos ampliar el enfoque hacia áreas como la gestión de proyectos culturales, en museos o en consultorías. Y además de poner ojo en la participación en políticas públicas realizadas por el estado y el sector privado, que también es un buen mercado en este rubro.


¿Qué le dirías a las nuevas generaciones que ingresan a estudiar Etnohistoria?

Bienvenidos a una disciplina que no solo les enseñará a estudiar el pasado, sino también a entender cómo ese pasado vive en el presente y moldea nuestro futuro. La Etnohistoria no es solo el estudio de eventos o fechas; es una forma de mirar el mundo, de escuchar las voces que han sido ignoradas y de construir narrativas que nos ayuden a comprender mejor la realidad social y a nosotros mismos.

Mi consejo es que abracen esta carrera con curiosidad y pasión, pero también con humildad. Aprendan que las historias no siempre son lineales, que los procesos culturales son complejos y que la verdad rara vez tiene una sola cara. Este enfoque les dará herramientas no solo para ser grandes profesionales, sino también para ser ciudadanos más conscientes, más críticos y más empáticos.

Aprovechen cada clase, cada lectura y cada experiencia de campo, porque la Etnohistoria no solo se aprende en las aulas; se vive en la interacción con las personas, en los archivos, en los paisajes culturales y en las preguntas que se atrevan a hacer. Sobre todo, recuerden que esta disciplina tiene el poder de transformar no sólo a quienes la estudian, sino también con nuestros temas de estudio. Lleven con orgullo este legado, pero también con el compromiso de seguir construyéndolo para las generaciones que vienen.




 
 
 

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